No es de extrañar que el economista Alfred Rappaport manifestase, muy acertadamente, que «cash is a fact, profit is an opinion» (la caja o efectivo es un hecho, mientras que el beneficio es una opinión) y a lo largo de este artículo veremos por qué estamos de acuerdo con dicha manifestación.
El Cash Flow es un indicador financiero no oficial generalmente aceptado utilizado por las grandes empresas y los grupos de sociedades que cotizan sus acciones en las bolsas de valores, y también por los analistas financieros y las entidades crediticias para informar de una métrica que consideran relevante sobre un aspecto vital de las empresas: su caja o efectivo. Este indicador financiero ha alcanzado una popularidad creciente en los últimos tiempos, estimulado por las corrientes financieras actuales que estiman que el balance y la cuenta de pérdidas y ganancias de las empresas, por la gran complejidad de la normativa contable, excesivamente arbitraria y llena de convencionalismos y estimaciones de futuro, en ocasiones no proporciona la imagen fiel de su situación financiera y patrimonial ni de los resultados de sus operaciones de una manera real y aceptable.
Desde hace años, muchas compañías, en especial las grandes empresas y los grupos de sociedades que cotizan sus acciones en las bolsas de valores, utilizan la expresión cash flow en su información económico-financiera (cuentas anuales consolidadas, informe de gestión consolidado, informe anual integrado, informe sobre resultados del ejercicio, etc.) de una manera repetitiva y constante, de tal manera que se ha convertido, por derecho propio, en un término o expresión empresarial generalmente aceptado por muchos agentes económicos interesados en su liquidez y en la evolución de la misma, lo cual constituye el objetivo básico del análisis financiero.
Es muy habitual la pregunta que formulan los clientes (tanto grandes como pequeñas empresas) que si han facturado una cifra importante y la cuenta de resultados presenta beneficios, ¿Dónde está el dinero de la empresa, habiendo generado el beneficio que dice la cuenta de resultados que no lo vemos en la cuenta corriente?
La respuesta es clara y concisa, se confunden claramente los conceptos. El importe del Beneficio Generado, es un concepto económico, y el de caja, tesorería, efectivo o como se le quiera llamar (el actual Plan General de Contabilidad lo denomina efectivo) es un concepto financiero. El beneficio neto o resultado positivo generado en un ejercicio por una empresa o entidad es un concepto económico, obtenido de su cuenta de pérdidas y ganancias por diferencia entre los ingresos y los gastos del ejercicio —dicho simplemente-, mientras que el importe del dinero existente en caja y en bancos y disponible si no tiene uso restringido, por la razón que sea, para ser utilizado libremente por la empresa para pagar lo que sea necesario y conveniente para sus intereses, es claramente un concepto financiero obtenido de las cuentas incluidas en el apartado VII. Efectivo y otros activos líquidos equivalentes, del activo de su balance.
Por tanto, los conceptos de beneficio y caja o efectivo son diferentes: el resultado neto de un ejercicio (puede ser beneficio o pérdida) de una empresa o entidad es un concepto económico, mientras que el dinero en caja y bancos es un concepto financiero, y sus fuentes de obtención también lo son y, por tanto, sus importes durante o al final de un ejercicio, salvo casos especiales, obviamente no son coincidentes.
Las cuentas anuales (denominadas estados financieros en las Normas Internacionales de Información Financiera – NIIFs) de las empresas están compuestas por los cinco documentos siguientes:
1. El balance: estado o documento contable que refleja una imagen de su situación financiera y patrimonial a una fecha determinada, normalmente a la fecha de cierre de su ejercicio.
2. La cuenta de pérdidas y ganancias: estado o documento contable que muestra los movimientos económicos (ingresos, gastos, variación de existencias, pérdidas y beneficios) durante un determinado período de tiempo, normalmente un año o el período que dure su ejercicio económico.
3. El estado de cambios en el patrimonio neto: estado o documento contable que muestra los movimientos producidos en las cuentas incluidas en su patrimonio neto durante un período determinado, normalmente un año.
4. El estado de flujos de efectivo: estado o documento contable que refleja los cobros y pagos habidos durante un período de tiempo determinado, normalmente un año.
5. La memoria: documento que completa, amplía y comenta la información contenida en los cuatro documentos anteriores que integran las cuentas anuales, además de otros aspectos de la sociedad o del grupo de sociedades correspondiente.
En España, tradicionalmente se ha considerado y todavía se sigue considerando que los dos estados financieros o contables más importantes de las cuentas anuales son el balance y la cuenta de pérdidas y ganancias, elaborados aplicando la normativa mercantil vigente, siendo el Plan General de Contabilidad el principio rector de la misma, obligando a hacerlo aplicando los requisitos, principios y criterios contables incluidos en el mismo.
Sin embargo, ¿En cuál de los dos documentos contables anteriores -el balance y la cuenta de pérdidas y ganancias- se muestran los cobros y pagos que la empresa ha tenido durante un período de tiempo determinado y en qué conceptos se han generado los cobros y aplicado los pagos?. La respuesta a esta pregunta es bien simple: en ninguno de estos dos documentos contables se refleja esta información.
Y es que nadie puede afirmar que la información sobre los cobros generados y los pagos realizados por una empresa durante un período de tiempo determinado no sea relevante (mejor dicho, es muy relevante), porque la realidad empresarial y particular de las personas ha evidenciado en infinidad de casos que existen empresas que disponen de un balance, digamos, aceptable y de una cuenta de pérdidas y ganancias que refleja el beneficio generado en el ejercicio, pero no disponen de dinero suficiente para hacer frente a sus obligaciones y compromisos de pago a corto plazo, lo cual, obviamente, genera un problema relevante de liquidez, pues sin efectivo suficiente y/o posibilidad de obtener financiación, el futuro de la empresa es cuestionable.
Está ampliamente demostrado que la gestión de la tesorería o caja en cualquier empresa es uno de los pilares fundamentales de su gestión empresarial. El resultado neto del ejercicio (beneficio o pérdida) de una entidad, está representado por una cifra y es un concepto contable y económico que se obtiene de la cuenta de pérdidas y ganancias, calculado simplificadamente por diferencia entre los ingresos y los gastos del ejercicio. Conviene señalar que el resultado del ejercicio, ajustado en su caso para obtener la base imponible, tiene trascendencia fiscal porque la Agencia Tributaria lo grava por el impuesto sobre sociedades, pero debemos subrayar que no debe ser confundido ni está representado por dinero. En efecto, el resultado del ejercicio no guarda ninguna relación con el importe de la tesorería o efectivo de una empresa porque en su cálculo o determinación (ingresos menos gastos) existen partidas de ingresos y de gastos que no suponen ni una entrada ni una salida de dinero, es decir, ni un cobro ni un pago. Por ejemplo, las dotaciones a amortización de los bienes del inmovilizado material, del inmovilizado intangible y de las inversiones inmobiliarias, que reflejan conceptualmente una pérdida provocada por la depreciación que dichos bienes sufren por su funcionamiento, por su uso o por su disfrute, sin perjuicio de considerar también la obsolescencia técnica o comercial que pueda afectarles, no implican una salida de dinero.
Lo mismo puede afirmarse de muchos otros apuntes contables contabilizados por las empresas en sus cuentas de pérdidas y ganancias (pérdidas de créditos comerciales incobrables; gastos financieros por actualización de provisiones; pérdidas por valoración de instrumentos financieros por su valor razonable; pérdidas en participaciones y valores representativos de deuda; pérdidas de créditos no comerciales; pérdidas procedentes de activos no corrientes; pérdidas por deterioro y otras dotaciones…), que tampoco implican salida de dinero o efectivo.
En lo relativo a ingresos, por ejemplo, la imputación de subvenciones de inmovilizado financiero tampoco implica ninguna entrada de efectivo.
Adicionalmente, también hay que tener en cuenta que dentro del cálculo del resultado anual de una empresa, se incluyen ventas u otros ingresos que todavía no han sido cobrados de los clientes o deudores y gastos que no han sido pagados todavía a los proveedores y acreedores, lo cual evidencia claramente la diferencia existente entre las cifras contables del resultado neto del ejercicio y el importe del efectivo o tesorería de una empresa, que tiene carácter exclusivamente financiero, por lo que se constata clarísimamente que el resultado neto del ejercicio de una empresa no quiere decir ni significa que esté representado por dinero, pues no lo está. Se trata de dos conceptos claramente diferentes. De ahí viene el hecho, probado en multitud de ocasiones en la vida empresarial, de que muchas empresas, obtienen un buen beneficio en la gestión empresarial de un ejercicio mientras que, por sus dificultades financieras, pueden entrar en concurso de acreedores porque no disponen de efectivo suficiente para hacer frente a sus compromisos adquiridos. Como consecuencia de este hecho, no es nada extraño que se haya puesto de moda la expresión cash is king (la caja o efectivo es el rey), que es una gran verdad.
La normativa contable norteamericana manifiesta que el objetivo de los estados financieros (cuentas anuales en España) «es proporcionar información útil a inversores y otorgantes de crédito para predecir, comparar y evaluar los flujos de efectivo y proporcionar a los usuarios información para predecir, comparar y evaluar la capacidad de generación de beneficios de una empresa».
El problema con el importe del resultado neto del ejercicio (beneficio neto o pérdida neta) es que su cálculo o determinación se supedita a la aplicación de la normativa contable, cada día más farragosa y difícil de entender —incluso para expertos en la materia- y excesivamente arbitraria y llena de convencionalismos y estimaciones de futuro en determinados apartados, dependiendo, por tanto, de decisiones e interpretaciones personales de la persona que debe calcularlo, lo que implica la subjetividad del mismo, especialmente sobre la contabilización de una parte de los activos, ingresos y gastos del ejercicio, que hacen de él una cifra cada día menos objetiva.
Cada día es más frecuente que muchos agentes económicos interesados en la información financiera reflejada en las cuentas anuales de las empresas o entidades decidan pasar, por lo menos parcialmente, del análisis del balance y de la cuenta de pérdidas y ganancias y busquen otra información en parámetros o variables representativos de otros aspectos empresariales que consideran importantes sobre la marcha y la situación de la entidad.
Por este motivo cada vez más, los expertos, los estudiosos, los analistas financieros, los departamentos de riesgos de las entidades crediticias, los inversores de oportunidades de negocio y otros agentes económicos se van decantando por el conocimiento, el análisis y la adecuada utilización de la variable cash flow o flujos de caja, flujos de tesorería o flujos de efectivo, como los denomina el Plan General de Contabilidad, información que no muestra ni el balance ni la cuenta de pérdidas y ganancias, porque nada dicen del movimiento habido de los cobros y pagos de la empresa ni de sus orígenes y aplicaciones que la entidad genera.
El motivo de este cambio es fácil de entender y, además, sólo puede calificarse de razonable. Los usuarios de la información financiera incluida en las cuentas anuales de las empresas, en especial, las entidades financieras, que son las que les proporcionan fuentes de financiación, y también los inversores, tanto los habituales como los fondos de inversión, lo que miran y buscan primordialmente de las empresas en las que han prestado dinero o han invertido o piensan invertir son los flujos de efectivo (dinero) que generan, como factor decisivo para tomar sus decisiones económicas.
Las entidades financieras lo que buscan y analizan es si las empresas o entidades a las que han prestado dinero o piensan prestárselo generan unos flujos de efectivo (dinero) que sean suficientes para poder hacer frente al pago de los intereses pactados en los contratos suscritos y al reembolso o devolución del principal, lo que se conoce como cash flow al servicio de la deuda. Por el contrario, los inversores consideran a la empresa como un ente generador de flujos de efectivo (dinero), de la que esperan obtener buenos dividendos y una revalorización aceptable de su inversión, en caso de que deseen venderla.
En resumen, el concepto económico es muy importante, ya que uno de los grandes objetivos de las empresas es generar beneficios, pero desde nuestro punto de vista el concepto financiero es el más importante porque ¿De qué nos sirve generar muchos beneficios si no generamos efectivo para ir atendiendo las obligaciones que tenemos comprometidas?. Tiene que haber siempre un equilibrio entre la generación de beneficios y la generación de caja, pero si nos dan a elegir, claramente nos quedamos con la generación de caja porque como hemos dicho al principio de este artículo, la caja es una realidad, mientras que el beneficio puede ser realidad o expectativa (en función de los parámetros y estimaciones utilizados para llegar a dicho resultado).
ÁREA DE CONTROL Y SEGUIMIENTO ECONÓMICO-FINANCIERO DE SISTEMIC